martes, 27 de septiembre de 2011

LAS HERRAMIENTAS / 27.- El trabajo en equipo



VIII CONGRESO DE ARQUITECTURA TRADICIONAL CONSTRUIDA EN TIERRA. TRADICIÓN E INNOVACIÓN / Cuenca de Campos (Valladolid) / UVA / Grupo Tierra / 23-25 de septiembre del año 2011


Bar La Tata / Televisan un partido de primera. Celta 0 – Valladolid 1 (Minuto 36 de la primera parte, cuando todavía los vallisoletanos iban por delante en el marcador…) A eso de las 8:30 de la tarde…

(…) Faustino, Tinín - el alcalde del pueblo - se acerca a la mesa donde están sentados tomando algo un par de vecinos que están viendo el partido…

Las bromas se suceden; el Congreso de este año ya ha terminado.

- Qué poco te has manchado… le reprochan con ironía - en tono de broma - al alcalde (…)

...

Como asistencia destacada, este año; el Congreso contaba con la presencia del francés Laurent Coquemont, quien se encargó de impartir una clase magistral desarrollando un pequeño taller práctico enfocado a la aplicación de revocos de tierra, la selección y acopio de las materias primas así como la puesta en obra del material; en un primer intento de recuperación y aproximación a esta tradición ancestral en la localidad.

El evento contó con la participación de algunos vecinos, lo que supuso un valor añadido al encuentro.

El día salió bueno, lo que contribuyó a cumplir con el programa previsto establecido.

De la intervención de este profesional, cabría destacar el enfoque pedagógico, interdisciplinar y rigor con el que aborda su trabajo. Laurent, demostró ser un férreo defensor del aprendizaje universal a través del ejercicio de la docencia desde la cercanía y proximidad al alumno; de la reciprocidad de la enseñanza; de la vigencia del aula abierta, como él mismo nos explicaba.

De la mano de Laurent, a través de su experiencia y su palabra, nos fuimos acercando de manera paulatina y paciente a una mirada; a un modo de ver, a un modo de tocar y a un modo de hacer que tal vez – así nos gustaría pensar -, encuentren esa continuidad necesaria (eco) en la mirada atenta de todos los que aquella mañana le arropábamos en su ejercicio, en silencio, para no perder detalle de la faena. Porque Laurent es un torero, un maestro del arte del barro, certero en su ejecución y zurdo (quisiera decir diestro, hábil) con las herramientas del oficio.

La fluidez de movimientos de Laurent es pasmosa, el simple hecho de ver como aplica el revoco sobre el paramento, la agilidad con la que se mueve entre el espacio que queda entre la carretilla y la pared, le dejan a uno atónito. El modo en que sostiene la paleta, - forjada a mano para él por un maestro japonés, ya fallecido -, el modo en que la maneja, la firmeza con la que la sostiene – o más bien; la abraza -, la vibración que el barro le devuelve cuando éste le acaricia con el hierro todavía frío…

Sin duda, aquella mañana, aquella calurosa mañana de septiembre, en la compañía de aquel viño tan refrescante que Don Faustino nos brindó, al amparo de la sombra de aquella vetusta tapia, al abrigo de aquel sereno patio, en aquél corral de Cuenca, fuimos testigos de una de sus mejores faenas, una lección de cómo lidiar contra el olvido de una técnica, que por antigua y eficaz, se ganó aquello de tradicional en la memoria colectiva de los paisanos; de las gentes del lugar.

Laurent trabaja con los materiales locales, por ser los más accesibles, los que se tienen más a mano y los que se tienen en la mano; porque son manipulables, por que se pueden manosear, porque son aptos para el que construye pensando en el cobijo del hombre; el que construye a mano y con la mano como única escala de medida posible.

El maestro, que ronda los cincuenta; quizás sea heredero de aquellos viejos que transmitieron antaño la tradición del pensar con las manos, de los que todavía cuentan con la dicha fortuna de ser capaces de pensar haciendo, de improvisar, de responder ante el vacío de la duda.

El resultado es, como cabría esperar, el de aquel que conoce bien su oficio, el arte del barro, sus posibilidades, sus propios límites y los del material. El resultado es un trabajo bien resuelto, que responde a las dos cualidades básicas que se le exigen al ejercicio de revocar las fábricas: proteger y embellecer.

Lo bello es la consecuencia de lo correcto; reza una regla japonesa…



(de vuelta al bar)

La conversación se anima, ahora gira en torno a la construcción con tierra, a la caligrafía del barro, al estos arquitectos, al cómo se hacían los adobes

El día anterior se preparaba la tierra (amarilla, sacada de los terrenos de La Tejera), mezclándola con la paja procedente de las labores del trillado en la era y el agua más próxima; pisándola y dejándola cocer durante la noche…

Después, a la mañana siguiente se cogían los mecales (el molde), se mojaban bien de agua (para limpiarlos y evitar que se pegara la masa) y se rellenaban de barro, pasando la mano por encima hasta enrasar con la superficie de la adobera.

(Los mayores recuerdan que eran capaces de hacer hasta 300 al día; que más tarde habrían de vender, para poder llevar a casa un jornal de 5 pesetas)


No sé por qué; pero me da que esto de ser un arquiterro, es casi como ser del atleti



Después de haber asistido a este encuentro de profesionales, curiosos, amantes y amigos de la arquitectura de tierra; no nos cabe la menor duda:

Lo mejor está todavía por venir
The best is yet to come
Le meilleur est en train de venir

Gracias por todo el trabajo realizado. Hasta pronto
Thanks a lot. You have been working very hard. See you soon
Nous vous remercions vos travail. A bientôt




Dibujo: El apunte corresponde a una casa del pueblo de Cuenca de Campos / VIII Congreso Internacional de Arquitectura en Tierra. Tradición e Innovación / Cuenca de Campos (Valladolid) / 2011

hoy suena en mi habitación: new grounds / I am dive (en) http://iamdive.bandcamp.com/track/new-grounds / a todos los compañeros y vecinos del congreso

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