domingo, 3 de enero de 2010

GRIS PLATA



al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver / (en) gabriel garcía márquez: Cien años de soledad

Hace tiempo, cuando leí este libro me pareció entender que ese lugar al que don gabriel nos invitaba a viajar era la infancia. Ese lugar, ese rincón, ese recoveco que se esconde detrás del parpadeo del instante; del hoy que fue ayer, del hoy que será mañana.

De la mano de mis abuelos aprendí a jugar con las nubes; a descubrir en ellas objetos, animales, figuras fantásticas, parajes, islas... toda una aventura. Así conocí algunos lugares que años más tarde he tenido ocasión de visitar.

La vida nos brinda la oportunidad de encontrar la felicidad en lugares insospechados; yo la encontré en aquel lunar varado en su rostro, entre el monte de venus y el cielo.

Me dicen los amigos que el océano del amor es muy grande; que hay muchos peces en el mar. Contesto resignado pero sabiéndome afortunado; sin poesías pero con poesía, que por algún motivo me gustaba nadar a su lado. No sé si fue la tersura de sus escamas plateadas, el reflejo cristalino de sus lentillas, su forma de desplazarse por el agua, el color de su voz o la red de su fular lo que me atrapó.

Aunque pensándolo bien; ser pez tiene algunas ventajas, como la de sólo recordar el último segundo vivido. El segundo de anoche, en compañía de maría, carlos, dani, alberto, diego, toni, isa, sil y pao también tuvo algo de salado, si bien –esto es cierto- hay algunos tipos de sal más dulces que otros. En el jarvis, un poquito por encima del jardín tatuado del hombro de la camarera nueva, en el universo de carmín de sus labios, me pareció intuir una vez más el brillo de ese precioso mineral, tal vez una nueva variedad de sal maldon.

Pequeño rubén, todavía no lo sabes, pero mañana serás un hombre afortunado; un viejo amigo llamará para felicitarte el año, una amiga te dejará un mensaje en el buzón de voz, la novia de un amigo; que ahora también es tu amiga, te dará dos besos en el portal de casa, otro amigo te abrazará durante 23 segundos, te sorprenderá reencontrarte con gente a la que esa noche no pensabas ver, te invitarán a un cubata de ron, te lo beberás como si fuera el séptimo que te tomas en toda tu vida - que lo será, que lo era –, bailarás rodeado de gente a la que quieres o gente con la que sencillamente compartes ese lugar que, no te engañes; no es otro que la vida.

En ese lugar, no necesitarás saber nadar, bastará con dejarse llevar por la corriente y no acercarse demasiado al roquedo del acantilado.

Al pez_queño de la foto, con cariño

tu pez de la guarda


hoy suena en mi habitación: peces de ciudad /ana belén

2 comentarios:

  1. Como no puedo decir nada mejor que el silencio, despues de leer tu post y ser feliz por tenerte cerca y compartir esta corriente que nos arrastra, me quedo callado... junto a ti... disfrutando unos segundos lo que has escrito, gracias.

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  2. al friend-fish de arriba:

    si tengo ocasión tal vez cambie por un tiempo las aguas del ebro por las del támesis y el smog londinense

    si no pudiera ser, remontaré el curso del perales o el pilde en la vega soriana, cerca del duero; o del douro portugués

    un abrazo (23 seconds)

    ...

    rectifico algo que escribí en este blog; leyendo tus líneas -que leo en voz alta- me he dado cuenta de que me equivoqué con aquello del silencio

    a janfri y a todos esos que como él tienen alma de salmón, esos que una vez decidieron nadar contracorriente

    no more silence!

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